Aún
recuerdo cuando te conocí; éramos apenas unas adolescentes ingenuas y
juguetonas, que empezaban a ver la vida con un color diferente. Dos flores
rebeldes que no se conformaban con sueños sencillos y banales. Nunca imaginamos
lo importante que pasaríamos a ser la una para la otra ¿recuerdas que nos
caíamos mal? Yo no soportaba que hablaras como solías hacerlo y yo por el contrario
ni una palabra decía. Nos dimos una lección de vida, que las primeras
impresiones no siempre cuentan y que el corazón puede ser conmovido por quien
menos nos imaginamos. Estos años de amistad, en los que nos hemos conocido
nuestras alegrías, tristezas, fortalezas y debilidades, no son nada con lo que
nos espera. El futuro es prometedor y está aquí. Ya no somos esas adolescentes,
sabemos como es el mundo, hemos visto los diferentes colores que puede ofrecer,
sentido en carne propia su belleza y también su crueldad. Hemos cambiado como
personas, ya nuestras diversiones no son las mismas, lo que amamos ha cambiado
y nuestros intereses y planes junto con ello. Nuestras mentes, corazón y alma,
ya no son las que eran, la ingenuidad y los juegos han cambiado de forma para
convertirse en algo más; algunos lo llaman crecer. El mundo adulto puede ser
tan cruel, lleno de monotonía, mucho más aburrido de lo que habíamos imaginado
¿cierto? Aún recuerdo todos esos planes juntas que nunca llevamos a cabo, que con
gran entusiasmo soñábamos el día que se dieran. Pero no me siento triste, la
voluntad de Dios es inquebrantable y los sueños mutables. Es curioso como
estando juntas, nos transportamos a esa época en la que soñábamos con la
felicidad que nos prometía el mundo, y volvemos a ser ese par de jovencitas
juguetonas, pensando en la siguiente travesura. Recordar cada locura que ha
pasado por nuestras cabezas, me alborota el corazón, un corazón tantas veces
roto, tantas veces triste, que supimos sanar con el cariño de la otra. Antes de
conocerte no sabía lo que era la verdadera amistad, no creía que podía existir
tal cosa, así que me hice a la idea de que algún día tomaríamos caminos
separados y que solo serías un recuerdo más; sí, nos separamos, nuestros
caminos, actitudes, ideas, desde un principio no congeniaban en lo absoluto,
pero aún así, aquí seguimos, inseparables, más fuertes que nunca, unidas por un
lazo inquebrantable, que nos hace algo más que familia.
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