Aún
recuerdo cuando te vi por primera vez, o mejor dicho cuando me di cuenta de tu
presencia. Nunca había conocido alguien más callada que yo. Había un misterio
rodeándote, provocaste la intriga de muchos, una belleza oscura que me pareció
tan difícil penetrar, hasta que me di cuenta que tu sonrisa iluminaba tu rostro
y se contagiaba de manera tan hermosa. Recuerdo haber sido cómplice de cada
locura que se le ocurría a nuestra loca favorita, pero no te quedabas atrás, tu
imaginación siempre volaba buscando un modo de meternos en problemas. Una de
esas veces, te metiste en un problema al que todos temíamos. Temblamos de miedo
ante la posibilidad de que perdieras tu juventud, pensamos lo peor. Nadie hubiera
imaginado que ese problema se convertiría en ese pequeño angelito que
reforzaría nuestra amistad, como un pegamento que ninguna de nosotras podría
haber previsto. Es cierto, pareció un error al principio, pero la voluntad de
Dios es perfecta y esa pequeña criatura que creció en tu vientre de manera tan
anticipada, sin permiso alguno, será grande en espíritu y tan hermosa como su
madre. Ya no éramos solo nosotras, había otra personita que entraba a nuestro
grupo y lo llenó de amor. Nos convertimos en tías, porque eso somos para los
hijos de nuestras hermanas, ese tipo de tías arcagüetas que se esfuerzan por
ver una sonrisa en esas caritas tan hermosas. Recuerdo que me regañaste por
eso. Ya eras toda una mujer con una familia que educar, y pensar que yo era
quien te regañaba antes. Sin importar que pasara horas aconsejándote ibas y
hacías lo que querías; siempre fuiste un espíritu libre, y espero que esa misma
libertad llena de belleza se la transmitas a tus hijas. Mis ojos se humedecen
por tenerlas tan lejos, pero mi corazón se llena de alegría porque sé que a
pesar de la distancia, a pesar de la falta de comunicación, después de tanto
tiempo sin vernos, nos abrazaremos muy fuerte y hablaremos, jugaremos y
reiremos, tal cual como solíamos hacerlo cada día en nuestra adolescencia. Con
la misma alegría, con la misma inocencia y picardía con que solíamos ver la
vida en aquella época, porque pudimos haber cambiado, nuestras
responsabilidades son otras, nuestras vidas dieron un vuelco impresionante,
pero nuestra amistad se mantiene, a pesar del tiempo, de la distancia, nuestros
corazones siempre se unen para dar amor y enseñar a la próxima generación el
significado de la verdadera hermandad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario