sábado, 17 de noviembre de 2018

Carta a aquel que pudo ser...


Aun recuerdo el día que te vi por primera vez, sin duda la imagen más perfecta que se pudo clavar en mi mente, tu carita toda tímida evitando mi mirada, tu sonrisa picara, tu voz suave; trato de imaginar algo más hermoso y tierno que tus ojitos tratando de esconderse de mí. Jamás tuve tantos deseos de darle cariño a alguien como en ese momento. Cuanta ternura me da que recuerdes solo lo que quiero que olvides y olvides eso que quiero que recuerdes. Cuando fuiste más allá de lo que veían todos y me hiciste sonreír con un par de frases, si supieras lo difícil que era lograr eso, si supieras cuanto esperé para que alguien se diera cuenta de esas partes de mí, tal vez las hubieras valorado más. Todas esas conversaciones borradas son testigos de cosas tan banales como de todo lo prohibido. Siempre me pregunté si alguna vez me incluiste en tus oraciones, si estuve alguna vez en tus pensamientos, si no fueron solo palabras, si estarías dispuesto a hacer tan solo una cuarta parte de lo que yo haría por ti. Tu voz suave y amable me transportó una vez a lugares que no creí volver a visitar. Esos lugares que solo visitan la ilusión y la alegría, el verdadero cariño que poco a poco se va transformando en amor, puro y desinteresado, ese amor bonito que atraviesa tormentas, carga pecados y comparte consecuencias. Solo Dios puede amar a todos sus hijos por igual, en cuanto a nosotros, estamos destinados a encontrarnos a personas que querremos en nuestras vidas más que a otras. Siempre habrá personas cuyos nombres olvidaremos en un par de años, quizás menos. Personas que aunque recordemos sus caras, no recordaremos su esencia. Tú me mostraste tu esencia y se impregnó en la mía, fue tu alma la que me hizo tocar el cielo y me mostró un sentimiento más allá de lo físico, de lo lógico. Pudiste hacerme el amor sin tocarme, erizar mi piel sin sentirla, conociste mi alma sin verla, con cada latido me hacías más tuya, fuera de todo lo racional, nuestros corazones fueron uno solo, por un breve destello de tiempo, casi un suspiro, un segundo en la eternidad dedicado solo a nosotros. Mi sentido de supervivencia te dejó pasar como una criatura que regresa a su hogar buscando calor. Te posaste en mi pecho sin pedir permiso, rompiste el muro que construí durante años y me llenaste con una dulzura preciosa. Incluso al conocer tus defectos también los amé, los abrase porque eran parte de ti, y todo de ti me parece hermoso, soñaba con el día en que hicieras lo mismo, pero ese día nunca llegó, mis defectos eran demasiados como para amarlos quizás. Por un instante casi fugaz llenaste mi sonrisa de verdadera felicidad, ya no era una simple expresión de mi cara buscando alegrar a alguien más, era para ti, te pertenecía completamente, por un instante fui feliz solo porque tú existías en este mundo. No vi tu dolor, no vi tu soledad, solo me enfoque en mi corazón y no vi que el tuyo necesitaba ayuda. Una ayuda que yo no podía darle, una necesidad de felicidad que yo no podía satisfacer, no era capaz en ese momento de dártela, reaccioné tarde, nunca me dijiste, ni una oportunidad me brindaste, y por las razones equivocadas fuiste a buscar compañía en los brazos que ya conocías, dejando los míos más vacios aún, sin fuerzas si quiera para volver a levantar aquel muro. Mi corazón ilusionado me engañó, me hizo creer algo que yo sabía no era cierto, me hizo creer que tú me querías o que alguna vez lo harías. Me di cuenta que tal vez fuiste solo un espejismo, una ilusión que desapareció en cuanto ya no fui suficiente. Quizás fui yo un simple paso en tu vida, una droga con efecto momentáneo, a la que ni siquiera te hiciste adicto. Como sea, en realidad no importa, lo que importa es que Dios me dio un regalo hermoso al ponerte en mi camino, aunque no fuera digna de ello. Para mí eres mucho más que un amigo, eres y serás la mejor prueba de que nuestro padre nunca me dio la espalda, a pesar de todo. Quiero que sepas que me inspiraste, cada momento que pase contigo en cuerpo y en alma, fui tocada por ti, de una manera más allá de lo físico, puse algo de ti y de este sentimiento en cada obra que creaba y en cada proyecto en el que participaba. Me pregunto si algún día entenderás que muero por esa sonrisa, que nunca quiero ver apagada, por esos ojitos tímidos, que nunca quiero ver llorar,  por esa voz seductora, por esa actitud picara y ese buen corazón que nunca quiero ver lastimado. Yo te abrí mi corazón, pero el tuyo siempre le perteneció a alguien más, solo espero que sepa cuidarlo bien esta vez…

No hay comentarios:

Publicar un comentario