lunes, 17 de diciembre de 2018

Carta a un amor que dolió

   Una vez soñé que corriamos y sonreiamos el uno al otro, eramos realmente felices en ese sueño, hasta que me adelanté y al voltear la mirada ya no te vi. Una vez tuve la certeza de que te amaba, que un día caminaría al altar y serías tú quien me esperaría. Soñé tan inocentemente que dejar estos sentimientos en mi corazón estaba bien, porque el amor está bien, porque si Dios es amor ¿por qué yo no puedo amar sin recibir nada a cambio? Bien, no se trata de amar a alguién que no te corresponde, se trata de hacer lo mismo con quien es difícil amar, con esa persona cuyo primer pensamiento es el de alejarte. Tú fuiste en mi vida ese dolor necesario para regresar a los brazos de un padre bueno, tú fuiste ese último golpe que terminó de derrumbrame y me obligó no solo a pedir ayuda, sino a darme cuenta de lo débil que era en realidad. Siempre le damos gracias a Dios por las cosas buenas, incluso cuando pasamos una prueba difícil, alzamos nuestra mirada al cielo y damos gracias a Dios por las fuerzas que nos brindó para superar dicha prueba, cuando en realidad deberiamos darle las gracias por habernos puesto a prueba en primer lugar. Así que por más loco que suene, le doy gracias a Dios por haberte conocido, y agradezco eternamente el vacio hacia el cual lanzaste mi corazón roto. Si no hubieras aparecido en mi vida, no habría buscado lo último que pensé que buscaría. Y vaya que agradezco tu rechazo, porque de no ser por eso, hubiera vivido bajo un manto falso de felicidad, creyendo que solo te necesitaba a ti. Me di cuenta que el amor real no duele, que el amor sana, me di cuenta que el enemigo puede añadir dolor y obseción donde hay amor de verdad, y al poner ese sentimiento a los pies de Dios, solo queda una paz que te llena de felicidad. Así que gracias, por haberme lastimado, por haber sido esperanza y desilución, pero sobre todo gracias por existir en este mundo y sonreirme aunque sea una vez. Nunca me arrepentiré de haberte amado, ni siquiera del dolor que fue añadido después. Lo agradezco todo, cada herida, cada sonrisa, todos los momentos, incluso de los que me arrepentí. Ahora puedo decir que realmente te amo, pero esta vez lo siento diferente, porque esta vez sé lo que es el amor, mi corazón fue sanado y puedo decir que ya tu sonrisa no me duele sino que me sana, sin importar cual sea la razón de ella.

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