miércoles, 10 de abril de 2019

Carta al 2 de Marzo


      Recuerdo hace meses, el día en el que puse en el calendario de mi teléfono tu cumpleaños, el 2 de marzo, el día que viniste al mundo, ese día maravilloso, cuando tu madre daba a luz al que se convertiría en el gran hombre que eres hoy. Veía esta fecha con más emoción que nunca, porque ese día empezabas tu camino para encontrarte conmigo. En ese instante, imaginando como tu madre te nombraba por primera vez, y desde ese momento planeando tu regalo de cumpleaños, un pensamiento sombrío se pasó por mi cabeza, sonreí con una actitud que me caracterizaba en aquella época, con orgullo, pesadez, desapego… todo en un solo gesto que no duró mucho más de un segundo, esa sonrisa, es lo único que recuerdo, porque a veces me gustaría ser tan indiferente como lo demostraba antes de conocerte. Me pregunté a mi misma con desgana ¿Dónde estaríamos para tu próximo cumpleaños? Desde ese momento se me ocurrieron muchas cosas, pero ninguna por más loca y dramática que fuera se acercaba a la realidad de lo que sería. Nunca imaginé que contestar ese hola, me traería hasta el punto de llorar hasta quedarme casi sin lagrimas, llorar con el corazón, desnudarme el alma ante ti, todo mi ser interior te lo entregué, me confesé, mi vulnerabilidad era tuya, cada barrera, cada coraza, cada muro, que en mi corazón había levantado, se rompió como cristal, solo por tener la satisfacción de que existías en este planeta, que habías nacido y que debías conocerme. Quien iba a pensar que serías arrebatado de mi lado antes de estarlo realmente. Quien iba a pensar que tendría de ti  solo una probada. Apenas y logré rosar tu corazón, sin siquiera acercarme a lo que realmente quería conocer, tu alma entera, en todo su esplendor, con sus lados oscuros y toda su luz.